La tecnología
Li-Fi consigue ser cien veces más veloz que el wifi en las pruebas de
laboratorio y apunta a ser ya una realidad.
Una forma de comunicación inalámbrica parecida al
wifi irrumpirá con mucha fuerza en nuestra vida cotidiana mucho antes de
lo que algunos creen. En lugar de ondas de radio, la
Li-Fi utiliza pulsos de luz intermitentes
e imperceptibles al ojo humano, que permiten transmitir una mayor cantidad de
información y de manera más eficiente. La tecnología Li-Fi, que utiliza la luz
visible entre
400 y 800 terahertzios (THz), transmite mensajes a través de
código binario. De este modo, se ha llegado a alcanzar en el laboratorio una
velocidad de 224 GB por segundo, lo que equivaldría a descargarse dieciocho
películas de 1,5 GB en ese tiempo.
El término Li-Fi lo
acuñó en 2011 Harald Haas, profesor de Ingeniería en la Universidad de
Edimburgo y uno de los mayores impulsores de esta nueva forma de conexión que
utiliza luces
de led de alta potencia en
el espectro cercano al ultravioleta. Los pulsos de luz, que duran
nanosegundos y que transmiten los datos gracias a unos moduladores
que se adaptan a cualquier bombilla de led, hacen
que éstas, además de iluminar, puedan hacer las veces de router para nuestros
dispositivos.
Esto es así siempre que
previamente les hayamos colocado a estos unos fotodiodos que recogen los
cambios de luz y
los transforman en información. Curiosamente una de las ventajas de esta
tecnología es una aparente debilidad: no puede traspasar las paredes.
Su alcance, por tanto, resulta menor que el del wifi en interiores, pero este
detalle permite
que las comunicaciones resulten muy seguras: salvo que un atacante
tenga una línea de visión clara, no podría saber qué se está transmitiendo. Una
de las aplicaciones para Li-Fi podría encontrarse en el llamado internet de las
cosas.
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