Bill Gates es una de esas empresas multimillonarias comprometido con el desarrollo a escala mundial, como se puede ver en sus intentos con Mark Zuckerberg de mejorar las energías renovables, o en sus consejos hacia los pasos para cambiar el mundo. Hace 5 años, su fundación inició un proceso en el que retaban a cualquier persona a obtener un inodoro sin agua, sostenible y barato, algo muy relevante teniendo en cuenta el gran número de personas que no puede acceder a condiciones higiénicas saludables. La Universidad de Cranfield tuvo la mejor idea y consiguió financiación para llevar a la práctica su proyecto.
El inodoro sin agua se llama Nano Menbrane Toilet, y está diseñado para ser usado sin ningún tipo de líquido externo, lo que ayuda en el sentido de se puede utilizar en cualquier contexto, con o sin condiciones saludables. En muchas zonas y países, puede ser fundamental hacia dignificar, en el sentido higiénico y sanitario, la vida de muchas personas.
Eso sí, pese a no funcionar con agua, requiere mantenimiento semestral para reemplazar algunas piezas, y semanal para limpieza y recogida de residuos, como veremos después. Esto complica su instalación en zonas muy alejadas de los centros urbanos, o de difícil acceso. De momento, se plantea, pues, para zonas urbanas densas donde el gran uso de los servicios hace que normalmente se encuentren en situaciones insalubres.
El diseño, aunque no es sencillo, tiene un funcionamiento fácil de entender. Cuando la persona ha realizado sus necesidades y cerrado la tapa, un mecanismo gira la taza 270 grados y deposita los desechos en un compartimento inferior. Para asegurar la higiene, una herramienta se encarga de limpiar y rascar la taza. Los residuos sólidos se quedan en la parte inferior, y los líquidos en la superior.
En ese momento, unas nano fibras muy delgadas ayudan a mover el vapor de los líquidos residuales hacia un tubo vertical localizado en la parte trasera. Un mecanismo se encarga después de desplazar los residuos sólidos hacia una cámara separada que contiene olores que eliminan los de las heces. Antes hemos comentado el cambio de piezas, pero los residuos acumulados y el agua sí han de ser eliminados cada semana por un empleado, que también tiene funciones como cambiar la batería. La idea es que los líquidos filtrados en otro compartimento, y convertidos en agua no potable, sean usados para limpieza o regadío.
Pese a todo lo bueno, como hemos visto, el problema es evidente. Precisamente aquellos países que más necesitan estos avances son los que, por su coyuntura y contexto, no pueden, de momento, acceder a ellos.
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