Las pruebas de pretemporada en la Fórmula 1 son claves para asegurar un buen
rendimiento durante el Campeonato Mundial F1. A Max Verstappen, quien ayer, a los 18
años, se convirtió en el piloto más joven en ganar una carrera en la máxima
categoría del deporte motor, le gusta llevar el pilotaje a otro nivel. Así
quedó demostrado no solo ayer en el Gran Premio de España sino a inicios de
este año cuando el holandés manejó un monoplaza sobre las pistas de nieve de un
centro de esquí en Austria. Una prueba extrema para arrancar la temporada de F1
con fuerza.
Verstappen se lució frente a 3.500 espectadores
que llegaron hasta un exclusivo centro de esquí en la austríaca localidad de
Kitzbühel, conocida como el Monte Carlo de los deportes de invierno, para verlo
derrapar sobre la nieve.
Allí,
el holandés, al volante del monoplaza con el que Red Bull Racing salió campeón
del mundo de Fórmula
1 en el 2011, dio
rienda suelta a su habilidad para pilotear sobre nieve a más de 1.600 metros de
altura.
Las llantas del monoplaza debieron ser cubiertas con las
cadenas de metal que los vehículos deben utilizar normalmente al desplazarse
sobre nieve. En las pendientes del Centro de Esquí Hahnenkamm, Verstappen bajó
por los Alpes austríacos en una exhibición única en el mundo.
“Amo
esquiar pero hacer drifting sobre un RB7 en Hahnenkamm es aún mucho mejor.
Empuja los límites”, dijo en aquella oportunidadMax Verstappen, que
ayer, a los 18 años, ganó su primer Gran Premio de F1 en España. Llevar su
talento al límite parece ser su modus operandi para sacudir a la Fórmula 1.
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